El poder ni se hereda, ni es eterno

Cuando Humberto Moreira, decidió dejar la gubernatura de Coahuila en manos de su hermano Rubén, pensó equivocadamente como muchos políticos de estos tiempos, que el poder es hereditario. Tampoco entendió que jamás se comparte, aun siendo el beneficiario, de su misma sangre.

Rubén, siendo gobernador, se convirtió en el enemigo más peligroso de Humberto y hoy, son dos hermanos que se odian, porque creyeron que el poder, además de compartirse, era eterno.

En política y en los episodios de los relevos de poder, está escrito, que «uno escoge, a quien lo va traicionar». De ejemplos contundentes está escrita la historia. Sin embargo, los gobernantes que piensan que son eternos, o que pueden seguir gobernando después de que termina su mandatos, son ingenuos y les gana la soberbia.

También está escrito que en política, las lealtades no existen. La lealtad, en el ejercicio del poder, es sinónimo de traición, «en esto de la política, el más leal, es el más traidor», dijo un prominente priista, cuando Egidio Torre asumió la gubernatura, e hizo una apuesta: ¿cuánto a que Egidio va a traicionar a su hermano, al difunto Rodolfo?; lo va a negar y va a renegar de los amigos de este. Vaticinó.

El tiempo le dio la razón. Egidio, no solo negó y traicionó a los amigos de su hermano, sino que los persiguió y encarceló.

El tema viene al caso porque a menos de un año de que el gobierno del PAN termine su gestión, en Acción Nacional, muchos líderes, y sobre todo alcaldes de ese partido están pensando en tirarse a los brazos de Morena. Hasta donde se sabe, por lo menos 13 alcaldes panistas que se reeligieron, hicieron ya algún contracto con grupos de Morena. Saben que la segunda alternancia en Tamaulipas está tocando la puerta y ya están pensando como brincarse para el otro lado; «está llegando la hora de las traiciones», decía Don Ruben Narváez, periodista agudo que fue testigo vivo de estas conductas.

Esos que hoy juran lealtad, están convertidos en los enemigos más peligrosos del régimen.
La frase de «sálvese el que pueda», es aplicable en estos tiempos. En el Congreso de Tamaulipas, que hoy está dominado por Morena, se ha detectado también una rebelión contra el régimen; se habla de cinco judas azules que estarían preparando a clavar el puñal de la traición.

Lo que sucedió con las dos diputadas de Morena que apenas protestaron como legisladoras, se pasaron al bando azul, va a ser una nimiedad cuando vean a los diputados de Acción Nacional pintarse de color guinda.
En ese contexto, debe entenderse que el poder no es eterno, y que no hay lealtades que valgan. El poder tiene fecha de caducidad y no hay prórroga. Así deben entenderlo, quienes hoy lo ostentan. El poder se presta por un tiempo, y cuando se acaba, vuelves a ser un simple mortal al que nadie voltea a ver.

Eugenio Hernández, lo resumió así, dos días después cuando dejó su gobierno:

«Hace días mi teléfono no dejaba de sonar, y los mensajes caían por cientos; hoy nadie me habla; el teléfono está muerto».

Estamos en estos tiempos, en que lo más leales, se convierten en tus peores enemigos.

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